En México, cada día 10 mujeres son asesinadas, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no localizadas (RNPDNO) de diciembre de 2018 a diciembre de 2020 se registraron 20 mil 400 casos de mujeres, adolescentes y menores desaparecidas.
De acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las Relaciones en los hogares (Endireh), el 66% de las mujeres de 15 años o más han experimentado algún tipo de violencia. Según los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), durante 2023 se iniciaron 89 mil 253 carpetas de investigación por delitos contra la libertad y la seguridad sexual, lo que engloba acoso, abuso y violación.
Ante esta crisis, la implementación de herramientas tecnológicas para la protección de
víctimas de violencia de género se ha convertido en una necesidad urgente. Un grupo de especialistas en la materia crearon un sistema de protección con perspectiva de género, al que denominaron Pulsera Inteligente.
Desde el punto de vista de Oscar Fernández, director de Teltronic México, “en un mundo ideal, ninguna mujer debería temer por su seguridad en el espacio público. Sin embargo, la realidad nos exige soluciones que garanticen protección y tranquilidad. La implementación de esta tecnología en México puede reforzar la seguridad de las mujeres que enfrentan acoso e inseguridad en las calles”.
El sistema, desarrollado por las organizaciones Lincoln Security y Teltronic de México, se
diseñó para responder a un problema recurrente: muchas víctimas no pueden hacer una
llamada o abrir una aplicación en una situación de peligro. Anabel Banda Ruíz, especialista
en prevención de la violencia y responsable de la implementación del programa en México,
explica que “el gran reto es la velocidad de respuesta. En un contexto de agresión, no hay
tiempo para desbloquear un teléfono. Este dispositivo permite que la víctima active la alerta
sin que el agresor lo detecte, lo que ha hecho la diferencia en varios casos.”
La pulsera se encuentra vinculada a los centros de monitoreo Centro de Comando, Control,
Comunicación y Cómputo (C4) y al Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) donde personal capacitado en atención con perspectiva de género coordina la respuesta inmediata. Al activarse, el sistema envía la ubicación en tiempo real y prioriza los casos más urgentes, permitiendo que las unidades de seguridad lleguen a la víctima en el menor tiempo posible.
Datos y operación del programa
Desde su implementación en México, más de 3 mil 500 mujeres han sido protegidas con este
sistema, registrándose 180 activaciones reales de emergencia y 16 detenciones de
agresores. Municipios como Tlalnepantla, Estado de México, han replicado el modelo con
resultados positivos. Además, su uso se ha extendido a otros sectores vulnerables como
periodistas, activistas y defensores de derechos humanos. Miguel Zamora, experto en seguridad tecnológica y exdirector del C5 en el Estado de México, detalla la importancia de la eficiencia operativa del sistema. El tiempo de reacción no debe superar los cuatro minutos. En la práctica, la alerta se recibe en menos de dos minutos, lo que permite que el equipo de seguridad verifique la situación y active los protocolos adecuados, dijo.
Expansión del programa
A pesar de su efectividad, la expansión del programa enfrenta obstáculos operativos y
políticos. La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres
(CONAVIM) ha reconocido el sistema como una práctica destacada, y ha sido presentado en
foros internacionales como un modelo replicable. Sin embargo, su adopción a nivel nacional
tiene un alto potencial por desarrollar.
La especialista Anabel Hernández advierte sobre las dificultades en la coordinación de las
autoridades. “La seguridad de las mujeres sigue dependiendo de decisiones políticas. Hay
casos en los que una alerta no se atiende solo porque ocurrió en una jurisdicción distinta a la
de la medida de protección.”
En un país donde la impunidad es una constante, el uso de tecnología para la protección de
mujeres en riesgo no debería ser una opción limitada a ciertas regiones, sino una estrategia
de seguridad de alcance nacional.